Excmo. Sr. Embajador de Perú en Madrid
Ilmo. Sr. Alcalde de Valladolid
Sr. Vicerrector de Relaciones Internacionales y Extensión Universitaria de la UVA
Sr. Director de la Cátedra de Estudios Amazónicos
El 1 de diciembre de 1899 la Congregación de Propaganda Fide erigía la Prefectura de S. León del Amazonas en la selva peruana, con capital en Iquitos, confiando a la Orden de S. Agustín su administración. El 11 de diciembre de 1900 llegaba al Puerto del Callao (Perú) la primera expedición agustiniana al frente del P. Paulino Díaz, primer Prefecto Apostólico; le acompañaban los PP. Pedro Prat, Bernardo Calle, Plácido Mallo y Pío Gonzalo. Entraron en Iquitos el primero de marzo de 1901. La presencia de los agustinos en Iquitos no fue bien vista por diversas personas influyentes de la ciudad, especialmente por parte de quienes se dedicaban al negocio del caucho. Los religiosos se lamentan de las dificultades encontradas en su acción evangelizadora, “ya que los patronos no tenían interés en que los indios se cultivasen y avispasen y por ser vital para ellos el tenerlos esclavizados y sometidos omnímodamente a sus planteamientos económicos”.
Sin duda, estos primeros misioneros se hicieron eco de las críticas existentes en Iquitos sobre los métodos inhumanos de extracción del caucho y fueron testigos de las atrocidades cometidas contra la población de los ríos. Así lo plasma, el mismo P. Paulino Díaz, quien en su Memoria de 1902 escribe entre otras frases: “A pesar de todos los alardes de progreso, luces y civilización, se halla establecida en toda esta inmensa región la esclavitud más espantosa con todos sus «horrores, vendiéndose y comprándose las personas como bestias, sin que las autoridades hayan podido o querido abolir tan infame trafico, y lo que aun causa más horror, que personas que se dicen cristianas y civilizadas, casan a los salvajes como fieras y reducen a la esclavitud a las mujeres y niños para venderlos como bestias… lo que acabo de referir es una pintura pálida de la realidad….. Si estos desalmados patronos procuran que se bauticen y aun casen los llamados peones, que son verdaderos esclavos, no es por interés de la religión que es lo que menos les preocupa, sino por sórdido interés particular a fin de tenerles más sujetos»; tal anómala situación hace inútiles todos los esfuerzos de los misioneros, pues los patrones ponen toda clase de obstáculos para impedir la instrucción de sus peones o esclavos y los demás nativos se retiran a las más escabrosas zonas de la selva, para no verse reducidos a la esclavitud.» (Archivo de Valladolid).
El mismo P. Paulino, en contestación que da a un anónimo, dice: “Pero ¿acaso ignora lo que todo el mundo sabe: que los caucheros han hecho y aun hacen (a pesar de la vigilancia de las autoridades) razzias terribles entre los nativos, cazándolos a tiros, como a fieras, esclavizando a sus mujeres e hijas, que tratan peor que a bestias? ¿No sabe que por este motivo los infieles que han podido librarse de sus garras se han remontado a los más inaccesibles rincones de la selva?» ¿No ha llegado a sus oídos, habiéndose publicado en folletos y en informes oficiales, que por los caucheros casi se ha despoblado esta región de Loreto»? (AVA). Asimismo, describen las situaciones laborales con estas palabras: “El pobre indio tiene que trabajar como burro, poco pan y mucho palo, y después ni un centavo de salario. Con darle un trago de cáchaza o de aguardiente están contentos. Menos tienen los del Putumayo, los que dicen ni camisa tienen, ni las partes pudendas pueden cubrir las mujeres. Somos libres, cantan todos los años, y aquí pudieran decir los que esclavos tienen: “Somos libres y no hay rey que haga lo que hacemos nosotros».
Esta situación de explotación explica que algunos grupos nativos, como los aguarunas, enemigos de los blancos y mestizos que recorrían su territorio en busca de caucho, asaltaran y mataran al P. Bernardo Calle y a Miguel Villajolí en junio de 1904.
Desde el primer momento, los agustinos, además de la labor evangelizadora, cuidaron la labor educativa y para ello abrieron escuelas de primera enseñanza en todos los centros misioneros, siempre que las circunstancias lo permitieran, algo que fue recibido con simpatía en las familias, que enviaban gustosamente sus hijos a las aulas. Hay que resaltar el trabajo cultural y científico de los agustinos en el estudio de la Amazonía, contribuyendo con sus ensayos sobre geografía, lingüística y etnografía. Entre ellos cabe destacar el Informe y croquis del río Yahuas, del P. Plácido Mallo; el mapa anexo a la conocida obra Así es la Selva, del P. Avencio Villarejo; en la parte etnográfica la obra del P. Lucas Espinosa titulada Los Tupí del Oriente Peruano; en historia hay varios escritos, destacando la obra Breve reseña histórica de la Misión agustiniana de Loreto, del P. Senén Fraile. El testigo cultural fue recogido por el Centro de Estudios Teológicos del Amazonas (CETA), con sus investigaciones publicadas en Monumenta Amazónica bajo la dirección del P. Joaquín García Sánchez, o destacar también la labor llevada a cabo por el CENCA, y por religiosos (alguno de ellos de Valladolid) que actualmente estudian las costumbres cocamas y se preocupan por las cuestiones medio-ambientales y el hábitat de las culturas indígenas. A ellos debemos la propuesta de la creación de la Cátedra de Estudios Amazónicos en Valladolid.
Por lo tanto, es un honor para los Agustinos de la Provincia de Filipinas, a la que representó, hacer memoria agradecida de lo que nuestros hermanos han realizado en más de un siglo en la Amazonía peruana de Iquitos, por eso al inaugurar esta cátedra de Estudios de la Amazonía en nuestra Casa y Estudio teológico de Valladolid, lugar donde se han preparado muchos de los Agustinos que a lo largo de este tiempo han dedicado su vida a la tarea evangelizadora en la Amazonía peruana y dónde por medio de las revistas y publicaciones se ha venido dando a conocer esa realidad, queremos que esta cátedra contribuya a divulgar y defender la Amazonía no solamente como espacio de la biodiversidad y pulmón de nuestro planeta, sino como el lugar donde conviven también diversos pueblos y culturas. Al mismo tiempo esperamos que ayude a fortalecer los lazos de unión entre la República peruana y, más en concreto, las gentes de la ciudad de Iquitos bañada por el río Amazonas y nuestra ciudad de Valladolid bañada por el Pisuerga.